Grover Cardozo
14 de diciembre de 2007
Hermanos cruceños:
Mediante la presente me dirijo con respeto y afecto a los hermanos cruceños para conversar como bolivianos y plantearles las siguientes reflexiones:
Primero que nada reconocer que el país está viviendo una etapa de tensionamientos, producto de los cambios que buscan rediseñar el modelo de estado centralista, excluyente e inequitativo en el que vivimos los bolivianos durante décadas.
Segundo: Comprendo perfectamente las causas por las cuales los hermanos cruceños incubaron y abrazaron durante décadas la demanda autonómica, porque efectivamente el modelo centralista prohijado por gobiernos centralistas, no hizo más que frenar el desarrollo de las regiones, impidiendo que departamentos, provincias y regiones enteras, fortalezcan sus potencialidades económicas, y también impidiendo que grandes zonas del país arraiguen su identidad y costumbres en el orden cultural.
Les remito la presente misiva, porque seguro estoy que a pesar de las diferencias de concepción que tenemos collas, cambas y chapacos en determinados temas, existen otros tantos aspectos que nos unen férreamente y nos imponen hablar como hijos de una misma nacionalidad, de esa forjada con esfuerzo y heroísmo por Simón Bolivar y Antonio José de Sucre y que hoy es una sola casa común llamada BOLIVIA.
Como hijos de una misma historia, una misma bandera y también un sueño común, estoy en condiciones de afirmar que la Nueva Constitución Política del Estado recoge planteamientos centrales y medulares de la demanda autonómica cruceña y que ahora los 9 departamentos cuentan con un marco legal para armar las autonomías, la identidad y los ritmos de avance de cada región sin afectan la unidad y cohesión de nuestra nación.
Es más: analizando cuidadosamente el texto de la nueva Constitución y comparando este con el planteamiento original de autonomía del pueblo cruceño, las diferencias son casi inexistentes. O sea estamos hablando de las mismas diferencias que hay entre paceños y chuqusaqueños, entre cochabambinos y cruceños. Quizá diferencias en el modo de hablar, con un elay de por medio, de ustedes hermanos cruceños, pero nada más, porque después coincidimos en todo: Coincidimos en la necesidad de lograr desarrollo nacional, necesidad de que haya pan para todos, necesidad de que nuestra selección de fútbol salga adelante, y también coincidimos en la necesidad de exigir a todos los países del planeta un lugar digno para Bolivia.
Por estas razones, esta misiva a ustedes compatriotas cruceños, no tiene otra finalidad que la de poder hablarles con la franqueza del caso, o como dicen ustedes: “Con claridad pariente” y decir las cosas que se tiene que decir, porque más allá del gobierno y más allá de los dirigentes de cada región, los que quedamos por siempre y para siempre somos los bolivianos del llano, dispersos en profesionales, trabajadores de la ciudad, el campo, en jóvenes y niños y mujeres de cualquier condición social.
Los bolivianos del llano tenemos la obligación moral de velar porque los intereses de grupos o partidos, no estén por encima de los intereses del pueblo, velar porque los intereses de sectores de uno u otro lado, no estén por encima de lo quiere la mayoría.
Ni duda cabe que hoy el país vive momentos de riesgo, y estos momentos de riesgo invocan, piden la participación de todos los bolivianos, no con ánimo de confrontación porque no hay razones para la confrontación, sino exigiendo. conminando a ambas partes a que dialoguen y alcancen entendimientos a través de las palabras.
Hoy más que nunca la palabra y las decisiones están en manos del pueblo. Como nunca hoy las decisiones están en manos de los miles de bolivianos que formamos la ancha base de la sociedad, la ancha base de la nación boliviana.
Despido esta carta con un fraterno abrazo a los hermanos cruceños.
Grover Cardozo